Un gran problema de todos



LA DEUDA CONTRAÍDA.
Cuantas más rebajas fiscales y se dan más ventajas a las empresas para abaratar la contratación más se reducen los costes de contratación y de despido, más bajan los salarios y se precariza el empleo, menos dinero ingresa el Estado, menos capacidad de consumo hay y más se erosiona el Estado de Bienestar. 

Cuanto más crece la deuda más aumentan las exigencias impuestas por los acreedores, más intereses se pagan y por lo tanto, más sectores e instituciones deben sacrificarse a la dinámica propia de la economía de la deuda que reinicia indefinidamente el mismo bucle.
Quienes abogan por acabar con los impuestos, apuestan por “la libertad de disponer de tu dinero”, contra la “represión fiscal”. Con renta disponible en el bolsillo, dicen, aumentará el consumo, pero lo que omiten es que nadie elige ponerse enfermo, educar a sus hijos, hacerse mayor, o perder lo que se tiene y necesitar apoyo. Omiten que tiene derecho a vivir todo el mundo, también los que no tienen éxito. Quienes pueden asegurar todo eso sin un servicio público que lo garantice en cualquier situación, son quienes siempre tendrán poder adquisitivo para costearlo, es decir, una minoría que acumula mucha riqueza socialmente creada en pocas manos privadas y evaden cantidades de impuestos que son necesarios para un equilibrio nacional.

Al mismo tiempo que los y las españolas tienen cada vez menos ingresos, los precios aumentan y pagan más impuestos. Aun así, gracias al elevado fraude fiscal, a lo poco que pagan las grandes fortunas y empresas o el bajo consumo, en 2012, la presión tributaria en España se situó en el 32,5% del PIB, lo que nos coloca en el puesto 19 entre los 28 Estados miembros de la UE y siete puntos por debajo de la media comunitaria (39,4%).

No para de aumentar el porcentaje de lo recaudado en los impuestos que se destina directamente a costear el pago de la deuda, al mismo tiempo que la deuda no deja de crecer. La ciudad de Madrid ha destinado en 2014 un 24% del presupuesto total a pagar la deuda e intereses, aun así, terminará el año debiendo la misma cantidad que hace tres años. Si tuviéramos que dividir entre toda la población la deuda pública española que ya supera el 97% tocaríamos a 21.400 euros por persona. Un nivel de endeudamiento tan alto que tiene como consecuencia pagar un 6,6% más de intereses con respecto a 2013. Todavía no he conseguido conocer cuál es la deuda de verdad que tiene el Ayuntamiento de Valdemorillo, pero estoy convencido que también es muy elevada. Cuando la conozca, si es que lo consigo intentare analizarla.

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