El perdón: generosidad que tonifica el espíritu.
Perdonar no es renunciar o consentir. Perdonar es comprender y empatizar. Reconforta tener, la certeza de ser capaz de perdonar. El rencor nos envenena el alma, nos agria el carácter e impide que la herida cicatrice. El rencor permanece en nuestro inconsciente, nos enfurece y cuando surge la imagen nuevamente causa de nuestro rencor nos ponemos enfermos de ira. Supero, aprendo y perdono Tal vez por eso, o solamente por eso, el perdón es un acto de generosidad, el más importante, tonifica el espíritu y aumenta nuestra estimación personal. La clave para lograrlo, debe nacer de la razón, para tomar conciencia que el rencor nos daña el espíritu. Tenemos que aprender a desconectar las emociones nocivas que hemos asociado al hecho concreto y sin que nos atrape . Hacer este ejercicio intelectual, conlleva un proceso personal en el que normalmente aprenderemos a compadecernos de lo que sucedió y tener en cuenta los factores con los que antes no contábamos, para poder renunci