Crónica para una caída anunciada
La inopia nunca puede sustituir al compromiso Había una vez un pueblo próximo al Escorial llamado Valdemorillo, Don Santiago, había logrado ganar las elecciones para convertirse en el Alcalde del municipio. El Edil, un hombre de labia, había convencido a su partido, a muchos vecinos con promesas grandilocuentes y discursos emotivos sobre el futuro de las urbanizaciones, pero en realidad, carecía de apresto para ejercer su cargo. Desde el momento en que asumió el compromiso, quedó claro para los vecinos, que Don Santiago no estaba preparado para liderar el actual Ayuntamiento de Valdemorillo. Ignoraba los procedimientos administrativos, no entendía los problemas básicos de unas Urbanizaciones constituidas como los “Reinos de Taifas”, además el Edil carecía de habilidades de comunicación efectiva con sus ciudadanos. Don Santiago, sin embargo, estaba convencido de su agudeza y se negaba a aceptar cualquier crítica o consejo. Pensaba que todos los vecinos eran “cortos” y que n