Nueva carta abierta a mi Alcalde.
Una persona legitimada por las urnas puede tomar decisiones que pongan en peligro objetivos fundamentales. Por una escasa preparación, bisoñez, por haberse rodeado de un mal equipo o por no saber atender a quienes alertan sobre riesgos no previstos. El problema de elegir un gobernante indeciso no es solo que se pierda una oportunidad para dirigir y gestionar mejor la “cosa pública” sino que, dado que un dirigente político funciona inevitablemente como imagen y referencia a imitar por el resto, extiende al colectivo de forma mimética el contra-modelo que representa el imprevisor. Del mismo modo, la falta de competencia profesional se refleja en un aumento de gastos municipales. D. Santiago, antaño, era habitual tratar las características y condiciones que debían reunir los gobernantes entre los filósofos. Cicerón o a Platón, cuando analizaban la preparación de los dirigentes de la República, o a Aristóteles cuando decía que: “los que aspiran a saber de política neces